MCMN

Descargar Software: MCMN

El proyecte MCMN propone un posible diálogo entre el pintor argentino Florencio Molina Campos y el artista húngaro László Moholy-Nagy.
En la primera mitad del siglo XX, en Buenos Aires, Molina Campos había logrado una distribución masiva de su obra gracias a la reproducción industrial que la empresa de calzados Alpargatas utilizó con fines publicitarios. Durante más de quince años, Alpargatas repartía calendarios con doce imágenes de Molina Campos, una por mes. Estas imágenes reinterpretaban motivos populares de manera caricaturesca.
Molina Campos falleció en 1959, y tal cual establece la legislación argentina (al igual que la de muchos otros países) los derechos de reproducción de sus imágenes pasan automáticamente a sus herederos durante los siguientes setenta años. Luego de eso (o sea, a partir de 2029) las imágenes serán de dominio público.
Hoy en día, para reproducir legalmente una obra de Molina Campos habría que solicitar una autorización a su nieto y a su fundación, y pagar el canon correspondiente. Sin embargo, es más que común cruzarse en muchas ferias o mercados de argentina a personas que venden láminas con imágenes que descargan de internet e imprimen libremente, sin autorización ni canon, y a otras personas que compran esas láminas sin el menor problema.
Esta práctica podría llegar a ser polémica por el uso ilegal de las imágenes, pero más allá de eso nos permite reflexionar sobre qué sucede con la circulación libre de datos (en este caso imágenes) en internet al alcance de todo el mundo y sobre qué pertinencia puede tener hoy en día una ley que resguarde la propiedad intelectual, y hasta qué punto ese tipo de leyes no condicionan la libre distribución de la cultura.
Estos debates estuvieron presentes en distintos momentos de la historia del arte desde que existe la posibilidad de reproducción técnica. En la década de 1920, László Moholy-Nagy encomendaba sus obras a una fábrica para que las hagan en serie, posibilitando así su bajo costo y, por lo tanto, facilitando su distribución. En un momento en el que su pintura sumamente sintética, no creyó necesario llevar el boceto a la fábrica y decició, en cambio, llamar por teléfono y dictarle al empleado de la fábrica cómo debería ser la imagen: “Yo tenía ante mí un muestrario de colores de la fábrica, y dibujé mi idea sobre papel cuadriculado. En el otro extremo de la línea, el empleado de la fábrica tenía ante sí este mismo tipo de papel, dividido en cuadros. Marcaba correctamente las formas a medida que le dictaba (era como jugar al ajedrez por correspondencia). Una de las pinturas fue entregada en tres tamaños distintos, pues yo deseaba estudiar las sutiles diferencias en las relaciones de los colores usados por la ampliación y la reducción. Es verdad que estos cuadros no tenían la virtud del ‘toque individual’, pero mi idea era contrariar esta sobreestimación” (Moholy-Nagy, La visión del artista, 1972. Pág. 142)
El proyecto MCMN propone utilizar el mismo método pensado por Moholy-Nagy para enviar por teléfono la información necesaria para que otra persona vea la obra de Molina Campos sin violar ningún artículo de la Ley de Propiedad Intelectual.
Un software analiza una foto digital de una pintura de Molina Campos produciendo una secuencia de sonidos por cada píxel. Esos sonidos podrían enviarse por teléfono. Del otro lado de la línea telefónica, una persona podría estar recibiendo ese sonido y generando una imagen digital en la que cada uno de los píxeles sea igual al número que el software dicta. La imagen que crearía esa persona (no una reproducción, sino una imagen nueva) sería idéntica a la obra de Molina Campos, y no estaría cometiendo ninguna infracción a la Ley de Propiedad Intelectual.
La obra elegida para este análisis es “Ah! Tiempos!”, de 1933. Ese mismo año, se aprobó en Argentina la Ley de Propiedad Intelectual que da motivo a este proyecto. Tres años después, en 1936, Benjamin publicaba La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica. Al día de hoy, el hecho de que los derechos de reproducción sean privados nos demuestra que el debate sigue abierto (aún inmersos en la digitalización).